Plástico, tampones y toallas sanitarias
Por: Lydia Alarcón
No cabe duda de que el impacto ambiental que hemos generado a lo largo de los años ha sido grave para el planeta Tierra. Los tampones y las toallas sanitarias han contribuido desde hace décadas a aumentar este daño ecológico debido al uso de plástico que contienen y la cantidad de productos que son fabricados y utilizados al año.
Para darnos una idea, tan sólo en Estados Unidos fueron adquiridos 5,800 millones de tampones en el año 2018. Asimismo, se estima que una sola mujer puede llegar a utilizar 5 y 15 mil tampones y toallas a lo largo de su vida, terminando como desechos de plástico en los vertederos. Una sola mujer menstruará aproximadamente 400 veces a lo largo de su vida.
Las cifras son impactantes y es por ello que necesitamos hablar sobre el problema ambiental que ocasiona la fabricación y uso de estos productos.
¿De qué manera contaminan los tampones y toallas desechables?
La cantidad de plástico que estos productos tienen es bastante, pues es uno de los principales materiales que se usan para su elaboración. Para el caso de los tampones, pueden llegar a tener una fina cubierta de plástico en la parte absorbente, además de las cuerdas que cuelgan del producto y, desde luego, el empaque en el que vienen envueltos. Además, existen aplicadores de tampones hechos de plástico en el mercado, los cuales, por cierto, fueron creados por cuestiones de estigmas sociales con respecto al uso del producto, sobre todo en niñas.
En cuanto a las toallas sanitarias, estas suelen tener incluso más plástico, sobre todo por los sintéticos que absorben los fluidos, las alas, el pegamento y la base que evita derrames, sin mencionar el empaque individual de cada toalla que, además, viene envuelto en otro empaque más grande. Es plástico envuelto en plástico.
Aunado a eso, la publicidad histórica que han tenido los tampones y las toallas se basa en su cualidad de productos desechables. La estrategia que han optado las grandes empresas se basa en ofrecer una solución «discreta» a algo que no debería ser visto como un problema, por lo que no se trata sólo de un impacto ambiental, sino también de toda una ideología socioeconómica y cultural detrás de un proceso biológico visto históricamente como vergonzoso.
La copa menstrual
A pesar de que su existencia data de 1930, existe todavía poco conocimiento acerca de las copas menstruales como alternativa a los tampones y toallas femeninas. De acuerdo con un estudio cuya autora principal es Penélope Phillips-Howard, se encontró que tan sólo entre el 11% y el 33% de mujeres de países con altos ingresos conocía el producto, y que únicamente el 30% de 69 sitios web internacionales sobre pubertad mencionan a la copa menstrual.
¿Por qué las copas son la alternativa a los productos menstruales desechables?
Por estas 3 razones.
En primera, su duración. Debido a que están fabricadas de silicona, látex, goma de grado médico o TPE (elastómero termoplástico), su tiempo de vida útil es de 10 años, y si tomamos en cuenta las cifras iniciales sobre el tiempo en que una mujer menstrúa (40 años), prácticamente adquirirá tan sólo 4 copas menstruales durante toda su vida.
Eso nos lleva a la siguiente razón: la economía. De acuerdo con un estudio realizado en 2019 por Economía Femini(s)ta, en Argentina, el costo promedio anual por menstruar oscila entre los $2,468 pesos argentinos si se usan toallas y $2,966 si se usan tampones. Si se considera el uso de copa menstrual, esta cifra sería significativamente menor, dado que su larga duración evitaría comprar constantemente productos desechables, lo cual no sólo nos estaría ayudando a ahorrar, sino también reduciría el impacto que generamos en el medio ambiente.
Y, finalmente, retomando el punto anterior, la tercera razón: su casi nulo impacto ambiental. Una copa menstrual produce tan sólo el 0.4% de los desechos de plástico generados por las toallas sanitarias y el 6% de los desechos de los tampones producidos durante 10 años. Asimismo, casi no se requiere agua para producir una copa menstrual, haciéndola un producto rentable en su fabricación en zonas áridas.
Lo más importante de todo esto es entender que no debemos sentir vergüenza por nuestro proceso biológico, ya que fue bajo esta idea que las toallas y tampones se abrieron paso en el mercado. Reconocer que se trata de un proceso natural y sentirnos orgullosas de nuestro cuerpo es el camino a un estilo vida más sano, tanto para nosotras como el medio ambiente. Las copas menstruales son una gran opción que pueden ayudarte en ese proceso, disminuyendo tus gastos al mismo tiempo que reduces tu huella ambiental.
Fuentes: https://www.nationalgeographic.com/environment/2019/09/how-tampons-pads-became-unsustainable-story-of-plastic/ https://cnnespanol.cnn.com/2019/07/18/la-copa-menstrual-es-una-opcion-eficaz-y-respetuosa-con-el-medio-ambiente-segun-investigadores/